SHIFT

Jewelry Collection

 

Obsolescence is not an ending but a transition.

 
 
 
 

Basura, residuo y obsolescencia

Durante el proceso creativo normalmente se genera un excedente que muchas veces consideramos basura,

Material sobrante o desechado, aquello que quedó fuera de la forma final.

Pero si en vez los entendemos como residuos,

Fragmentos, restos o sobrantes generados durante un proceso creativo o de producción que conservan información y aprendizaje. Registro físico del proceso de creación y testigos silenciosos del camino recorrido.

Y si a su vez entendemos la obsolescencia no sólo como el momento en el que algo se vuelve inútil, sino como parte natural del ciclo de vida de los materiales y las ideas, entonces ese instante en que un objeto deja de cumplir su finción original no significa perdida de valor, al contrario, marca el inicio de una nueva posibilidad.

 
 
 
 

Archivo de Identidad

Estos residuos son un diario, un registro tangible del proceso creativo, un inventario de ideas, observaciones, decisiones y experiencias que permiten documentar, reflexionar y evaluar el recorrido.

Donde cada fragmento es una huella, un testimonio físico, marca o vestigio que revela la historia de una acción, de un proceso. En ellos se puede leer la evolución del proyecto, su recorrido.

Que reflejan un viaje, la suma de exploraciones, experimentos, descubrimientos y transformaciones. El cambio de perspectiva, un territorio donde se aprende y se reencuentra el sentido de crear y por lo tanto de ser.

Así, el proceso se vuelve una cartografía, un mapa del pensamiento y del proceso creativo. Organiza ideas, registra hallazgos, traza caminos posibles e identifica vacíos, errores o desviaciones que requieren atención. Esta cartografía genera conexiones inesperadas, redefine direcciones y refleja la forma personal de relacionarse con el proyecto.

Los fragmentos forman un diccionario un conjunto de materiales que funcionan como entradas de un vocabulario propio, con significados y equivalencias que comunican desde lo tangible.

Todo esto se reúne en un archivo. No como un resultado sino como una dimensión que habita en la persona y acompaña sus procesos. Dando continuidad entre el pasado, el presente y el futuro y convirtiendo cada experiencia en parte de una trama más amplia. Lo que se archiva no es solo lo hecho, sino la forma de hacerlo: un registro íntimo de la identidad creativa.

Una memoria viva de la experiencia individual. No es un depósito, sino una reserva dinámica de posibilidades, un repertorio que se reorganiza, se selecciona y se resignifica según las necesidades del proyecto.

Este repertorio reúne los recursos materiales que se han acumulado y que sirven como herramientas de exploración y creación. La memoria actúa aquí como un dispositivo en movimiento, que transforma, reinterpreta y resignifica, permitiendo que el pasado dialogue con lo que se está creando ahora. Así, los fragmentos de lo vivido se convierten en materia disponible: el hilo que da continuidad al proceso creativo.

 

 

Waste, Residue, and Obsolescence

During the creative process, there is often a surplus that we tend to consider waste — leftover or discarded material, what remains outside the final form.
But if instead, we understand them as
residues — fragments, remains, or leftovers generated during a creative or production process that retain information and learning — they become a physical record of the act of creation, silent witnesses of the path taken.

And if we also understand obsolescence not only as the moment when something becomes useless, but as a natural part of the life cycle of materials and ideas, then that instant when an object ceases to fulfill its original function does not imply a loss of value. On the contrary, it marks the beginning of a new possibility.

 
 

Archive of Identity

These residues are a diary, a tangible record of the creative process — an inventory of ideas, observations, decisions, and experiences that allow us to document, reflect upon, and evaluate the journey.
Each fragment is a trace, a physical testimony, a mark or vestige that reveals the story of an action, of a process. In them, the evolution of the project can be read — its path and transformation.

They reflect a journey: the sum of explorations, experiments, discoveries, and transformations. A change in perspective — a territory where one learns and rediscovers the meaning of creating, and therefore, of being.

Thus, the process becomes a cartography, a map of thought and creative exploration. It organizes ideas, records discoveries, traces possible paths, and identifies gaps, mistakes, or deviations that require attention. This cartography generates unexpected connections, redefines directions, and reflects the personal way of relating to a project.

The fragments form a dictionary — a set of materials that function as entries of one’s own vocabulary, with meanings and equivalences that communicate through the tangible.

All of this comes together in an archive — not as an outcome, but as a dimension that inhabits the person and accompanies their processes. It provides continuity between past, present, and future, turning each experience into part of a broader weave.
What is archived is not only what has been made, but
how it was made — an intimate record of creative identity.

It is a living memory of individual experience. Not a repository, but a dynamic reserve of possibilities — a repertoire that reorganizes, selects, and re-signifies itself according to the needs of each project.

This repertoire gathers the material resources that have been accumulated and that serve as tools for exploration and creation. Memory acts here as a moving device, transforming, reinterpreting, and re-signifying, allowing the past to dialogue with what is being created now.
Thus, the fragments of what has been lived become
available matter — the thread that gives continuity to the creative process.